El suicidio de niños/as y adolescentes

En los últimos 45 años las tasas de suicidio han aumentado en un 60% a nivel mundial, actualmente casi un millón de personas mueren al año por esta causa, lo que equivale a un suicidio cada 40 segundos en algún lugar del planeta. Esta es una de las diez primeras causas de defunción en la mayoría de los países desarrollados; una de las tres primeras causas entre las personas de 15 a 44 años en algunos países, y la segunda causa en el grupo de 10 a 24 años. Se estima que del total de suicidios consumados anualmente 250.000 corresponden a menores de 25 años según la OMS (2012). En Chile, según los datos del Ministerio de Salud (2013), el suicidio consumado presenta un aumento en las últimas dos décadas, ocupando el segundo lugar con la mayor tasa de suicidio adolescente, después de Corea del sur. Actualmente a nivel nacional mueren por suicidio entre 5 a 6 personas al día, lo que representa cerca del 2% del total de muertes.
En la población infanto-adolescente, el incremento de suicidios es uno de los asuntos de mayor preocupación para la salud pública. Existe una tendencia a los suicidios colectivos entre los jóvenes; o los casos de los niños que se quitan la vida tras ser víctimas de acoso escolar; o el caso de suicidios bajo efectos de sustancias tóxicas en la adolescencia. La cifra total de defunciones por suicidio, representan al 10% de la población general. Los adolescentes hombres, al igual como lo muestran las cifras de población general, registran tres veces más defunciones que las adolescentes mujeres, existiendo una tendencia en aumento principalmente en el grupo entre 15 y 19 años.
Estas cifras tendrían relación con el considerable aumento en conductas de riesgo en niños y jóvenes entre 10 y 24 años, tales como conducta sexual riesgosa, consumo problemático de drogas (principalmente alcohol), alimentación poco saludable, sedentarismo y estados depresivos. Respecto a tales factores de riesgo, destacan: el género masculino, el abuso de sustancias, la presencia de psicopatología previa, trastornos del ánimo y conductuales, historia familiar de suicidio, antecedentes de intento previo, vivir fuera del hogar, sentimientos de pérdida, la separación de los padres, las decepciones amorosas, el abandono familiar, la sensación de soledad, orientación homosexual o bisexual e historia de abuso sexual. Las armas de fuego en casa, incluso estando fuera del alcance de los hijos, se asocian con mayor riesgo de suicidio en adolescentes. Otra de las posibles causas que se puede mencionar en el suicidio adolescente está relacionada con la crisis propia de la edad en la que se encuentra el sujeto, ya que la adolescencia es la etapa donde más cambios se sufren y para algunos es difícil el hecho de afrontar nuevos retos; ya que no todos poseen los mismos mecanismos de afrontamiento y resiliencia.
El suicidio a lo largo de la historia ha sido un tema tabú, ya que posee un significado principalmente religioso, moral y cultural que ha provocado, entre otras cosas, que la gente haya reaccionado frente a él con silencio y encubrimiento. Sin embargo las cifras no mienten, el suicidio existe, es real, día a día nuestros niños/as y adolescentes cometen suicidio. Por lo tanto debe hablarse y debatirse, para que deje de ser un hecho invisibilizado por nuestra sociedad, pero sobre todo debe prevenirse en aquellos grupos de riesgo. Esto representa un desafío, no solo para las autoridades y la salud pública, sino también para quienes trabajamos con la población infanto-adolescente.